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La Saeta en Semana Santa

Una de las características de nuestra Semana Santa es la manifestación de sentimiento que algunos palencianeros hacen a nuestros pasos mediante el canto de saetas. La palabra saeta significa arma arrojadiza que se lanza con un arco. Pero en nuestro caso la utilizamos como canto que sirve de comunicación entre el cantaor y la imagen de Jesús o de la Virgen, que sale con la fuerza y rapidez de la flecha de lo más profundo de su corazón.

El origen de las saetas hay que buscarlo varios siglos atrás. Procede de los cantos litúrgicos de la iglesia influenciados por cantos primitivos de los cristianos, con algunas reminiscencias de los cantos de los almuecines, complementados por cantos judíos y adaptados por los misioneros franciscanos y otras órdenes religiosas, en los siglos XVI y XVII. Estos cantos que llamaron “saetas” eran avisos y sentencias que en forma de coplillas cantaban por las calles para adoctrinar al pueblo, en la mayoría de los casos, analfabeto.

La saeta fue evolucionando hasta llegar a tener la estructura que tiene actualmente. Generalmente consta de 4 ó 5 versos octosílabos. A finales del siglo XIX y por influencia del folclore andaluz, se ha ido aflamencado y su interpretación es más dificultosa.

Aunque es un canto popular, han sido muchos los grandes autores que no han resistido la tentación de escribir alguna saeta. Los hermanos Álvarez Quintero compusieron esta hermosa saeta:

Es la saeta canción/ que hasta el cielo se levanta,/ un grito del corazón/ que al pasar por la garganta/se convierte en oración. También el gran Antonio Machado nos dejó esa saeta que se popularizó con música Joan Manuel Serrat y que dice así: ¡Oh, la saeta, el cantar/ al Cristo de los gitanos,/ siempre con sangre en las manos,/ siempre por desenclavar!/...

Nuestro pueblo no puede ser ajeno a este sentimiento tan arraigado en Andalucía y por eso decimos que la saeta es algo esencial en nuestra Semana Santa. Localidades de nuestro entorno como Puente Genil, Cabra, Castro del Río y otros muchos de la provincia de Sevilla han influido de manera significativa en la evolución de estos cantos, sobre todo a partir de que éstas se han aflamencado y se interpretan con palos como seguiriyas, martinetas o carceleras.

Son muchos los palencineros y palencianeras que al paso de la Virgen o del Cristo han abierto su garganta y nos han emocionado con su saeta. Mi reconocimiento a todos ellos, aunque citarlos a todos no es fácil, sobre todo porque los más antiguos yo no he llegado a conocer. Pero sí voy a recordad algunas personas, que en el fuero interno de mi infancia han dejado huella y que han destacado en este arte tan peculiar.

No sé por qué, cuando intento recordar aquellos momentos en que escuché mis primeras saetas, se me viene a la memoria estas tres personas:

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Una de ellas, una mujer. Una mujer que ha contribuido para que nuestra Semana Santa sea lo que es y en particular su aportación al arte de las saetas. Me estoy refiriendo a Pepa la de Gorrito. Esta mujer con su limpia y melodiosa voz ha puesto la saeta en un nivel que nada tiene que envidiar a los grandes maestros de este género.

Otra persona que también me ha quedado grabada en mi conciencia ha sido “Miguel el Chiquito Pauseno”, que con buen hacer y su arte también ha dado a la saeta un estilo propio. Su voz desgarrada y sonora se ha escuchado como un lamento de la Virgen a su Hijo.

Y la tercera persona, no por ser la última es menos significativa, es Juan el Pollo. Recuerdo que formaba parte de la Banda de la Centuria Romana como trompeta y la verdad es que con su voz tan clara, fina y poética parecía más producida por un instrumento musical que por su garganta.

Pero han sido muchas más las personas que a lo largo de los años han contribuido en darle esplendor y personalidad a nuestra Semana Santa. Citarlas a todas es poco menos que imposible en este breve artículo. Necesitaríamos una tesis doctoral para hacer un estudio exhaustivo de cada una de las personas y de sus estilos, porque la verdad es que en cualquier rincón se encuentra a alguien que ha contribuido y realzado el cante de las saetas. Además, la riqueza y variedad de las letras es algo que merece la pena dedicarle unas reflexiones. Sirva de ejemplo esta letra: En el Calvario se oía/ el eco de un moribundo/ en su lamento decía/ me encuentro solo en el mundo/ ampárame, Madre mía.

Afortunadamente, en estos últimos años, desde que se celebra la “Exaltación de la Saeta” que organiza la Centuria Romana y que tan dignamente conducen Rafi Rivera y Ángel Cazorla, se han recuperado a muchas de estas personas y se han recordado y homenajeado a otras personas que ya no están.

 

MANUEL GÁMEZ                                                            

(Primavera de 2020)

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